viernes, 15 de diciembre de 2006

Venceréis, pero no convenceréis


Miguel de Unamuno, a pesar de ser colega de José Antonio Primo de Rivera (cofundador de la Falange, y actualmente enterrado junto con Franco en el Valle de los Caídos), murió encerrado en su casa en situación de arresto domiciliario después de haberle dicho a Millán Astray (golpista y fundador de la Legión): "venceréis, pero no convenceréis".

Unamuno tenía razón en eso (aunque quizá no la tuviera tanto cuando dijo de Primo que era uno de los cerebros más prometedores de la Europa de su momento), y ha llegado el momento de ponerlo en práctica. Efectivamente, no convencieron. De forma que en vez de seguir agachando la cabeza por el miedo a ofender, exclamemos en voz alta y orgullosa que no queremos consentir ciertas cosas que legitiman aquellas ideas. Bien por el gobierno, y quien dude, por favor, que se lea la (mal llamada) ley de la memoria histórica (sólo son diez páginas) y vea que es cojonuda, preciosa y reconciliadora. No niega nada, ni reescribe nada. No nos dejemos engañar por la responsabilidad de algunos.

Para ejercer nuestro derecho de ciudadanos antes hemos debido acatar la obligación de hacerlo de forma informada y responsable.

Ya que estamos con Unamuno, la verdad es que el tío era una caja de pólvora en cuestión de sentencias. Es suyo el famosísimo "que inventen ellos" que refleja uno de los tópicos más tristes de la realidad española como culo de Europa. Quijotísima y graciosísima, pero me quedo con actitudes más positivas, más constructivas.

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