martes, 19 de febrero de 2008

La fantasía kosovar


Kosovo es independiente y, puntual a su cita con la más predecible de las actitudes, ya tenemos a la portavoz del gobierno vasco pidiendo para Euskadi lo que a Kosovo la comunidad internacional le ha dado en bandeja, protegido por la KFOR.

Claro que tanto la comparación de Azkarate queda un poco coja. Comencemos por ese Milosevic que en 1989 anula por la cara, en un referéndum serbio (no kosovar), la autonomía de Kosovo. Sigamos con la posterior aprobación por la fuerza en el parlamento kosovar de la nueva constitución de Serbia, con el ejército serbio rodeándolo con tanques para "asegurarse" de que los que estaban dentro votaban lo que tenían que votar. Poco después, se suprimen los medios de comunicación públicos en lengua albanes. En 1992 se realizan unas elecciones, sin valor legal ya que Milosevic había anulado el concepto de autonomía kosovar, por las que se eligió oficiosamente y por abrumadora mayoría a Ibrahim Rugova como presidente de Kosovo, cargo por supuesto sin ningún valor legal entonces, pero que a Rugova le costó un atentado con una bomba y un secuestro. Finalmente, en 1999 y como todos sabemos, la OTAN entró en Kosovo tras las ospechas de genocidio de la población albano-kosovar, que fueron más tarde probadas pero que nunca obtendrían un veredicto, ya que Slobodan Milosevic se colgó en su propia celda de La Haya.

Hoy día, Kosovo sigue la misma senda que anteriormente tomaron Eslovenia, Croacia, Bosnia, Macedonia y Montenegro: engrosar la lista de las naciones resultantes del desmembramiento del Imperio Austrohúngaro en la I Guerra Mundial y que Serbia creyó que podría mantener bajo su órbita.

De acuerdo hasta aquí. Ahora volvamos a Euskadi, que es, gracias a la gran descentralización del Estado, un territorio con un nivel de autogobierno enorme, en el que se practica un sano bilingüismo, fomentado también (y a mucha honra) con dinero público. Un territorio que, además, y junto con Navarra, es el ojito derecho de la hacienda española, ya que a pesar de ser de las regiones más ricas, recibe más dinero del que da al estado, debido a unos residuos de la historia llamados fueros. Ni en sus más felices sueños podrían los kosovares haber imaginado un panorama así.