lunes, 1 de septiembre de 2008

Waste Allocation Load Lifter Earth-Class (WALL-E)


Hay algunas veces en que uno se siente a la vez grande y pequeño en la butaca de un cine. Suele ser algo inesperado, ya que por la gran cantidad de morralla que acostumbramos a ver a través de pantallas, no se suele esperar nada especial. Llegas corriendo al cine, compras la entrada cuando los tráilers ya han empezado hace rato, y sin palomitas ni tan siquiera una simple botella de agua llegas sudando a una sala hasta la bola de gente y con el aire acondicionado a veinte grados. Mierda, piensas. Tenía que haberme quedado en casa a ver un capítulo de Los Soprano. Y entonces, la magia.

No puedo contar la de veces que me sorprendí con la boca abierta y la cara de imbécil emocionado mirando a la pantalla. Ni la profunda tristeza que me embargó cuando sentí que un puto robot de mentira nos daba a todos un repaso a todos los presentes. Y al salir, esa extraña sensación de nostalgia por algo que todavía no ha ocurrido y que ojalá no ocurriese nunca.

Durante treinta largos minutos de silencio vemos cómo el hacendoso Wall-E se ocupa de limpiar los restos de una gran orgía, de algunos siglos de duración, en cuyo ecuador nos encontramos. Y todavía hay gente que cifra lo bien o mal que van las cosas en función de si sube o baja el PIB. Malthus se descojonaría de risa, el muy cabrón.